City Game Pop Express #160: Mirando hacia atrás
El primer número del año viene con recomendaciones que me engancharon en 2024 (algunas de ellas bastante retro) y también hacemos el repaso de discos que más me han llamado de estas últimas semanas

Os doy la bienvenida al nuevo número de City Game Pop Express, la newsletter que trata sobre música, videojuegos japoneses y cultura pop nipona en general. Si os habéis perdido alguna entrega anterior, se pueden consultar aquí. Hoy tocaba una entrega especial (y bien extensa ha quedado), sin olvidar algunas novedades que han salido. Vamos a ello.
2024 ha sido un año curioso. No sé si me he pasado más tiempo escuchando discos antiguos que nuevos…a pesar de estar detrás de una newsletter de actualidad. Además he retomado con ganas aquello de ver pelis que tenía pendientes, en detrimento de mi interés por el mundo del videojuego. Pero aquí estamos, mirando hacia atrás y comentando a modo de resumen las cosas que me han marcado en estos últimos doce meses. Espero que algo de lo que cuento aquí os resuene y al menos os sirva para que descubráis algún disco o veáis alguna recomendación interesante.
Balance del año
1. Lo que he escuchado en 2024
Aunque mi principal interés es escuchar novedades musicales, realmente al final solo invierto un tiempo bastante limitado a estas1, por lo que es lógico que al final termine explorando otros artistas que no necesariamente hayan sacado algo recientemente. Esto es algo que es muy evidente cuando uno se pone a mirar mis resultados en ese equivalente de Apple Music del Wrapped de Spotify.




Como veis, está bastante claro a qué he estado enganchado. El caso es que me ha parecido buena idea comentar y recomendar a algunos de los discos y artistas que se ven por ahí en esta ocasión, ya que no había mejor excusa que esta:
Ging Nang Boyz: obsesión continua
Al final cuatro de mis discos más escuchados este año han sido de Ging Nang Boyz. Y, sinceramente, esto no es sorpresa: su energía y sus letras siempre han sido como un refugio atemporal donde siempre a uno se le acoge. No me voy a detener en comentar los dos primeros discos (los más famosos), pero sí me gustaría hacer hincapié en los últimos: Hikari no Naka ni Tatteite ne y Nee Minna Daisuki Dayo.
Hikari no Naka ni Tatteite ne (2014)
Un álbum que tardó demasiado en completarse, concretamente nueve añazos desde los icónicos Door y Kimi to Boku no Third World War Love Revolution. Y es que Kazunobu Mineta tuvo que enfrentarse a una desbandada de miembros, problemas vocales y una inspiración que parecía haberse apagado. De hecho, al final seis de las diez canciones de este disco fueron regrabaciones de singles publicados entre 2007 y 2009. Aunque gran parte del contexto que explica esta falta de material inédito, y la reinterpretación de lo ya existente, lo encontramos en el terremoto de 2011, un evento que marcó al país y que directamente ya impregna el título del álbum, "Quédate de pie en la luz".
Y es que ese concepto no esconde la dualidad que Ging Nang Boyz ha explorado desde siempre: una lucha entre la desesperación más cruda y esa chispa de esperanza que se niega a desaparecer. En entrevistas de la época, Mineta mencionaba cómo el terremoto de 2011 cambió su perspectiva, llevándolo a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y el valor de seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros. Por lo que las canciones de ese disco son como un espejo de esa etapa, donde la reconstrucción no solo es física (y creativa), sino también emocional a su manera.
Sin embargo, aquí se nota que hay un cambio. Frente a sus anteriores discos, más enfocados en la temática juvenil y las frustraciones, este álbum se tiñe de madurez, como si Mineta hubiera aceptado que mirar atrás no tiene por qué doler tanto. Al final el hecho de que muchas canciones fuesen regrabaciones no era una decisión tomada a la ligera; según Mineta, se trataba de reinterpretar esas piezas desde una perspectiva diferente, más reflexiva y consciente después de la catástrofe. Las letras, confesionales como nunca, al final son cómo esas conversaciones que tienes contigo mismo en el silencio absoluto: duras, necesarias y muy honestas. Capturan esa sensación de que el tiempo te pisa los talones arrebatándonos la juventud, pero también de que hay belleza en seguir avanzando a pesar de todas las dificultades que uno pueda tener.
Musicalmente hablando, Mineta y los pocos miembros que quedaban decidieron ir más allá. Los samplers y efectos de sonido añadidos no están solo para “embellecer” las canciones; construyen un espacio emocional único, casi cinematográfico, como si quisieran que escuchar este álbum fuera una experiencia inmersiva y no un acto pasivo. Por ejemplo, 17-sai (uno de los anticipos que salieron en 2008) pasa de ser un tema punk pop a convertirse en un pasaje que intenta emular los estragos del tsunami de 2011, mientras que Poadamu evoca a la soledad y los cortes planificados de electricidad en Tokio durante ese tiempo mientras que en el vídeo musical del mismo, Masami Nagasawa y más de mil personas, nos consuelan de este mal trago mandándonos un beso. Incluso hay experimentos inesperados, como los tramos de hip-hop en Aishiterutte Yutteyone y la versión ambientada en un arcade/pachinko de I Don’t Wanna Die. Esta última, con su atmósfera caótica, destila toda la locura asociada a esos tiempos de incertidumbre.
Pero pese a estos cambios, la esencia punk de la banda sigue intacta: visceral, directa y sin miedo a mostrarse vulnerable. Mineta siempre ha sabido cómo convertir sus emociones en arte, pero aquí hubo un nuevo nivel de claridad. El álbum le dice al oyente que todos necesitamos quedarnos de pie en la luz, aunque solo sea por un momento, y esa simple idea es suficiente para que este disco encuentre su lugar en la discografía de la banda. Es un trabajo que habla de cicatrices, de la lucha por encontrar sentido en medio del caos y de la redención que trae consigo la aceptación del pasado. TOP.
Nee Minna Daisuki Dayo (2020)
Por otro lado este disco continúa jugando con el paso del tiempo, pero con un enfoque más secuencial. El contexto detrás del mismo está marcado por varias pérdidas: desde la muerte del descubridor de la banda, a quien Mineta le dedicó Amen, Semen, & Mary Chain, hasta rupturas amorosas que, agravadas por el aislamiento de la pandemia del COVID-19, dejaron huella en la grabación del mismo. Este sentimiento de bajona se refleja en la estructura del álbum, ya que nos invita claramente a que le acompañemos a emprender un viaje emocional que, como pasaba en el anterior álbum, mucha gente sentirá como propio.
Y es que, a medida que avanzan las pistas, la sensación que se emana de manera evidente es el sentir que estás en lo más profundo del infierno, intentando escapar de ese lugar para que, ya en la superficie todo malherido, empecemos a mirar hacia delante no sin antes recordar, desde lo lejos, todo lo que hemos pasado. Esa progresión también se percibe en la sonoridad del disco, que va desde un comienzo ruidoso que cuesta de escuchar, hacia algo más amable a medida que avanza. De hecho canciones como Hone2 coquetean con el pop de los años sesenta, mientras que otras, como God Save the World, incorporan elementos electrónicos amables que refuerzan ese sentimiento bondadoso y esperanzador hacia el final del disco.
En fin, que ambos discos ofrecen un contraste que refleja los distintos momentos de Ging Nang Boyz y de su líder. Hikari no Naka ni Tatteite ne es un grito honesto desde la vulnerabilidad, mientras que Nee Minna Daisuki Dayo se convierte en un viaje que, sin ignorar el dolor, encuentra la forma de mirar al horizonte con esperanza. Y ambos son trabajos de los que nunca me cansaré de escucharlos, como ya ha dejado claro el wrapped.
Kyoko Koizumi (KyonKyon): (re)descubrimiento top
Más allá de Ging Nang Boyz, 2024 ha sido principalmente el año de Kyoko Koizumi para mí. Es curioso porque ya la conocí en su época por su papel en Tokyo Sonata (2008) y por su comentada relación con Kamenashi Kazuya de Kat-Tun en aquellos años3, pero nunca hice el intento por adentrarme en su carrera hasta hace relativamente poco. El caso es que, como el año pasado participó con Gezan en la banda sonora de I Ai (y en la peli en cuestión) y por otras movidas (es bastante activa en esto de opinar sobre temas sociopolíticos desde una óptica progresista) y apariciones varias en series y demás4, me ha dado por ahondar un poco más en serio en su faceta musical. Y como al poco me di cuenta de que ha trabajado con gente que suele aparecer por aquí o son llamativos (Towa Tei, Haruomi Hosono, Cornelius, Original Love, Taro Umebayashi, Yoko Kanno y tanto otros), la verdad es que no he podido parar de investigar y escuchar qué salió de ahí.
Aunque ya había hablado anteriormente de Bambinater y Afropia (ambos imprescindibles), y de colaboraciones como el de Gezan, también me sumergí más de lo que esperaba en otros seis discos que me han gustado mucho de la que es la artista de su generación más camaleónica de todas:
Kyoko no Kiyoku Tanoshiku Utsukushiku (1986)
El que es uno de los últimos discos como idol5. No solo es donde se encontraba el ahora de moda Nantettate Idol6, también es el trabajo que ya deja claro que en breves va a haber una transición en lo que es su carrera. De hecho hay una estructura marcada: una primera parte que se ajusta a la imagen de una idol inocente y juvenil de la época, mientras que la segunda deja un poso más adulto y serio. Algo que iría a más en sus trabajos a medida que pasarían los años.
Eso sí, quizá es el álbum de los que me han gustado donde más se nota el paso del tiempo en los arreglos, ya que cuenta con ese sonido technopop ochentero tan característico. Aunque hay cosillas, como cortes jazz de bar nocturno en temas como Slow Dancer, con letra de la misma Kyoko, que no esperaba que aguantasen tan bien. Aún así, debido a gente que ha puesto de moda el City Pop en los últimos años como Night Tempo, creo que es un imprescindible para la gente que les guste este estilo ya que algunos temas, como Majo7, se ajustan mucho a esa imagen y sonido nostálgico. Por cierto, el mismo Night Tempo colaboró hace no mucho con la misma Kyoko para rememorar a Nudist8, uno de los temas del llamado lado adulto.
Phantasien (1987)
Después de Hippies (1986), el que era el primer disco en el que Kyoko tuvo plenos poderes en la producción del proyecto, la mujer pensó en hacer un disco más o menos conceptual donde todos los temas tuvieran un nexo en común. Para ello se tomó como base una serie de letras de la poetisa y letrista Natsuo Giniro (que ya venía de trabajar con gente como Seiko Matsuda y Kenji Sawada) que incluían un fuerte componente romántico y de paso se fue a la Alemania pre-caída del muro de Berlín para impregnarse de las sensaciones del ambiente de cuento centroeuropeo9.
El caso es que más allá de esto de la conceptualidad, lo interesante en la práctica es la cantidad de temazos que nos encontramos aquí: la ya clásica Mizu no Rouge10, la funk rock Nenagara Kaita Love Letter, la romántica Osoi Natsu, o la más pop Hidoi Kao Shite Ai Shite. Aparte, los arreglos y la mayoría de las composiciones musicales corrieron a cargo del ex-componente de Ippu Do, Masami Tsuchiya, que le da ese toque new romantic aderezado con toques tropicales y orientalistas típicos de él en los 8011.
Todo sin olvidar un toque experimental que todavía suena interesante a día de hoy y que la alejaba del pop más convencional para acercarse a un sonido vanguardista e incluso surrealista en ocasiones. A día de hoy es el disco favorito de la artista por cierto, lo cual es interesante esta afirmación cuando sabemos que ha colaborado con mucha gente “top” posteriormente.
Koizumi In The House (1989)
Según lo que he ido leyendo por ahí y escuchando en uno de los programas de radio en el que está Kyoko12, este es el que más me da la sensación de estar considerado su mejor disco, o por lo menos es el que quizá ha llamado la atención a mucha gente a posteriori. Realmente así de primeras me imagino al personal de la época pensando algo como “¿quién se resiste a KyonKyon coqueteando con el house y la música acid?”, más si la carta de presentación fue con exponentes como Fade Out.
Pero es que al final hay mucho más: dub en Kyonkyon wa fuutsu13, breakbeat en el remix de Mizu no Rouge, dance pop en Suuchuu Dekinai e incluso se adentra ya en el incipiente Shibuya-kei gracias a temas como Otoko no ko wa minna y CDJ14 (conocida como la canción donde Kyoko rompe los discos que odiaba de un ex-novio para después irse a “impregnarse” de música que sí le gusta vía un DJ), compuestos “por un tal” Yasuharu Konishi que apenas se sabría en la época que era el líder de una banda apadrinada por Haruomi Hosono y que se hacían llamar Pizzicato Five.
Nº17 (1990)
Un álbum que suena como un compendio perfecto de su evolución a finales de los 80 y a la vez es un anticipo de lo que resultaría ser Afropia (1991). Un disco muy pausado que, curiosamente, tiene a la Tokyo Ska Paradise Orchestra en el staff y donde se nota su impronta en temas como la famosa Oka wo Koete. Pero principalmente es un disco downtempo y elegante, donde las bases club a cargo de Hiroshi Fujiwara y los arreglos “tribales” de Asa Chang, que ya había participado en Koizumi in the House, están muy presentes.
Si os gustó el aclamadísimo This Year´s Girl (1991) de Pizzicato Five, sorprendentemente este tiene bastante parecido a pesar de salir un año antes. No lo digo solamente por el toque urbano y atmosférico que desprende, también por la utilización de samples y el sophisti-pop evidente que tenían muchas obras en ese 1990. Ojito, porque como curiosidad que no me esperaba, hay una balada ambient pop dedicada a la Virgen María y compuesta por la misma Kyonkyon15.
Travel Rock (1993)
Después de adentrarse completamente en el Shibuya-kei en Bambinater (1992), este disco en principio parece que fue un acercamiento a la vertiente más rockera por el que también habían apostado gente de ese movimiento, como Cornelius o los mismos Pizzicato Five. Un trabajo en parte divertido como el título sugiere, con un espíritu que recupera algo de este tono ligero y juvenil que había dejado de lado años atrás, pero tomando como base el toque sixties de moda en la época, de hecho incluso se atreve a versionar a Yoko Ono.
Eso sí, a medida que van pasando las canciones, nos damos cuenta de que es más un disco introspectivo, con muchas pistas intimistas y espacio para la experimentación, como en Soramimi, donde se nota mucho el toque de su querido colaborador Asa Chang. Y temas como el ambiental Mizumi no hotori refuerzan este pensamiento de una Kyoko que, por cierto, ya salía con el que sería su marido un año después, siendo este uno de los cortes que dan a entender ese compromiso. Quizá al cóctel le falta el tema más famoso de ese año de Kyoko, el “million seller” Yasashii Ame, su último éxito masivo en las listas Oricon hasta diez años después. A pesar de ser un tema para un dorama, con su inclusión hubiera quedado mucho más redondo en el imaginario, aunque personalmente creo que igualmente ha aguantado muy bien el paso del tiempo.
Otoko no Ko Onna no Ko (1996)
Este disco conocido por tener una portada a cargo de la autora de Hello Kitty es quizá, junto al citado Bambinater, es el que más Shibuya-kei suena por aquello de estar ante una selección de pop afrancesado16. Basado en arreglos jazzy que todavía se mantienen en boga, en parte debido a que la productora y compositora de muchos de los temas resulta ser una Yoko Kanno que antes ya compuso la banda sonora de Macross Plus, pero que no mucho después de la salida de este trabajo asombraría al mundo con la música de Cowboy Bebop.
El álbum cuenta también con toques vanguardistas, como es evidente en Interview (sí, es una entrevista con una base musical), otra vez nos encontramos ska en Saboten e incluso jazz samba en Pomade que comparten espacio con otros temas más pop. Aparte de la participación de Yoko Kanno, nos encontramos con colaboradores como Tamio Okuda (que en esa época estaba de moda por producir a las Puffy) que se encarga de poner el sonido country del tema que da nombre al disco y Naruyoshi Kikuchi de Spank Happy toca el saxo en la intimista y elegante Boku no heya no mado. En fin, una grata sorpresa cuando me puse a escuchar estos temas de un disco tan refinado, pero aún más cuando me enteré que es básicamente un proyecto en conjunto con la gran Yoko Kanno.
Al final ha quedado un repaso bastante largo de esta época de Kyoko Koizumi. Curiosamente hace nada se ha editado un concierto reciente que contiene muchos de estos temas con arreglos más contemporáneos y que os recomiendo mucho. De hecho es uno de los discos que más he escuchado aún saliendo a finales del 2024:
Por cierto, que haya comentado solamente esta época de su carrera no quiere decir que lo demás no valga la pena. Mismamente, después de Otoko no ko Onna no ko, lanzó en 1998 un disco con un concepto curioso para la época: pedir a compositores noveles que le manden, vía internet, una de sus canciones para darles forma en ese álbum en el que además estaba acompañada de gente como Misia y Keitaro Takanami. Y vaya, que en 2024 sacó un recomendable disco con Kenji Ueda, ex de The Pillows y productor de la primera encarnación de Ging Nang Boyz (Going Steady). En fin, que sigue muy presente, pero bueno, eso de comentar las épocas que no he tenido en cuenta ya vendrá en un futuro.
Advantage Lucy y Sunny Day Service: Indie Pop al poder
Inesperadamente este año también me he enganchado mucho a Advantage Lucy. Aunque en Spotify solo tienen dos discos (ambos excelentes), hay un mundo sobre ellos fuera de las plataformas que merece la pena explorar. Realmente debo decir que todo suena bastante parecido dentro de ciertos estilos, con estructuras similares en el orden de las pistas incluso. Pero es que la gracia es un poco eso, siendo bastante sorprendente cómo su sonido sigue sonando tan fresco después de tantos años. Si os gusta el pop melódico con un toque melancólico o si os gusta o interesa el Shibuya-kei de la vertiente indie pop/jangle, son imprescindibles. Ojalá sacaran algo en un futuro cercano ya que siguen en activo celebrando algún concierto que otro, aunque lo dudo…
Por cierto, que estén los Sunny Day Service en mi top también tiene que ver un poco con Advantage Lucy. Es un poco el mismo rollo básicamente, principalmente los que yo llamo “discos primaveral-veraniegos”, como Tokyo (1996), Love Album17 (2000) y Dance to You (2016), ahí con sus melodías y letras que viran entre la felicidad y la melancolía. Así que, por supuesto, he seguido con la tradición de irles escuchando durante el último año.
Cornelius sigue presente…al igual que Soutaiseiriron
Aunque no es ninguna novedad, sigo escuchando a Cornelius como si no hubiera mañana, especialmente porque en 2024 sacó un nuevo disco y varios singles aún sin recopilar donde se nota cierto cambio a su marcado estilo. La verdad es que tiene mérito cómo sigue generando tanto interés después de tantos años con una base fija que, de ser otra gente, se le tildaría como muy trillada. Incluso con escándalos de por medio, como pasó en lo de los JJOO…
También sigo buscando artistas que se parezcan a Soutaiseiriron para paliar de alguna manera su inactividad. Aunque, sinceramente, pocos están a la altura a pesar de que muchas formaciones están inspiradas en este grupo. Como siempre, aparte de revisitar su discografía, sigo lo que hacen los componentes (y excomponentes) en solitario o en colaboraciones, y la verdad es que este año ha habido bastante en este sentido, aunque lo del 2023 no se llegó a igualar. Aunque me he dejado bastante, como los singles de Qubit o colaboraciones con Hideki Kaji, algunas cosas a recomendar en este sentido son:
El tema que escribió Etsuko Yakushimaru, la cantante, para el disco de Hiroko Yakushimaru.
Shuiichi Mabe (ex-bajista y compositor principal en su día) escribió un tema para el disco de Kana Hanazawa.
El EP de Testset, donde está Seiichi Nagai (el guitarrista). Incluso se atrevió a cantar en Yume no Ato.
El otro EP de la banda sonora de la peli Kimi no Iro, donde Nagai aporta ese inconfundible toque Soutaiseiriron.
2. Cine japonés y doramas: retomando viejas costumbres
Este año he vuelto al cine japonés después de un tiempo dejando de lado un poco esta costumbre. Tampoco es que haya visto mucha cosa, pero la verdad es que todas me recordaron por qué tienen su gracia e interés. Por supuesto, como me pasa en el aspecto musical, volví a ver (ya) clásicos como Dolls (2002) o Kids Return (1996) de Takeshi Kitano; incluso la de Buenos Días (1959) de Yasuhiro Ozu, todas top. Pero de las recientes debo decir que no estuvieron nada mal, como la de The Parades (reconozco que la vi en principio por Masami Nagasawa), la de Shin Chan en 3DCG18 (la única vez que he ido al cine en 2024 fue para ver esta, tiene más chicha de lo que parece) y Shin Kamen Rider de Hideaki Anno, que resultó ser mucho mejor de lo que esperaba.
Más allá de todo, lo que más me ha gustado es volver a conectar con un ritmo narrativo que solo el cine japonés tiene. De hecho, viendo películas de hace décadas, es evidente que el lenguaje audiovisual sigue prácticamente intacto. Aparte he visto algún dorama interesante, como Extremely Innapropiate (un “medio-musical”19 sobre la corrección política que, por cierto, aquí curiosamente mencionan mucho a Kyoko Koizumi) y Lion no Kakurega (un thriller disfrazado de slice of life), que me han enganchado más de lo que pensaba. En parte, lo de la sección de cine y música que empezó con Moteki, vino motivada por este renovado interés en el cine y series. Durante la próximas semanas habrá nueva entrega, por cierto.
3. Videojuegos: inesperadamente, una relación complicada en los últimos tiempos
Cuando empecé la newsletter, tenía en mente incluir videojuegos más a menudo, pero en 2024 (y mucho antes en verdad) me he dado cuenta de que no siempre encuentro motivos para hablar de ellos aquí más allá de comentar alguna noticia. No es que no me interesen, pero es que realmente ya los cubro en Loop y Akihabara Blues. Allí puedo profundizar y analizar títulos (actuales en el caso del último) sin sentir que tengo que forzarme a encajarlos en este espacio.
Además muchas veces me pregunto: ¿qué sentido tiene hablar de un juego X en una newsletter que claramente se ha escorado con lo años hacia la música japonesa? Más si no encuentro un nexo que realmente me emocione o aporte algo nuevo, algo que me resulta bastante complicado en la actualidad… Sí que es verdad que en los últimos doce meses ha salido algún texto por aquí, como el del dating sim de Miho Nakayama (D.E.P.), el de los Katamari o Roommania #203, títulos que tienen a la música muy presente y por eso me motivaban a ello. Pero otras veces no he encontrado una excusa, o más bien un incentivo, para seguir en esa línea. En fin, que por eso algunos borradores e ideas sobre videojuegos que tenía en mente no llegaron a salir.
Por ejemplo:
Video Game Music: El disco de Hosono en el que utilizaba material de los arcades de Namco hasta ese momento, 1984, y que daba la casualidad que en 2024 se cumplía efeméride. Realmente este estaba ya medio hecho, pero me faltaba encontrar una fuente fundamental en japonés en una revista que nunca encontré. En Canino y mi Medium ya toqué el tema de pasada, pero esta vez quería centrarme en lo que supuso este disco.
Mother: Keiichi Suzuki y su música bien merecían un texto. Y más cuando se cumplían 30 años de Earthbound, la segunda parte de la saga. Pero nunca encontré el enfoque que quería darle.
Coloris: Un puzzle de Game Boy Advance vinculado al Cornelius de la era Seunsuous (los efectos de sonidos corren a cargo del compositor), pero no conseguí darle una vuelta fresca a la idea. Formaba parte de la colección Bit Generations, títulos bastante básicos realmente, lo cual limitaba mucho.
En fin, que escribir estas cosas lleva mucho tiempo, y me gusta que todo lo que publique aquí esté cuidado y tal, pero sobre todo que tenga un sentido personal. Quizás en el futuro me anime con alguno de estos temas que descarté u otros que tengo pensados, pero por ahora los videojuegos siguen con su papel más ocasional en este espacio. Aparte siento que City Game Pop es también un oasis para mí, donde escribo un poco de lo que me apetece, que ahora es principalmente recomendar música japonesa que me ha gustado. En otras palabras, autoforzarme a meter cosas de videojuegos al final me resulta contraproducente para mí si ya los trato en otros sitios.
Pero en parte esta dejadez por así decirlo tiene que ver bastante con cierta desazón hacia el mundillo desde hace un tiempo. De hecho dejé a medias Yakuza: Infinite Wealth, y a veces analizar juegos me da más pereza que otra cosa, ya que llegué a ese punto de tener esa sensación de que me toca jugar de manera obligada. Eso sí, tuve la oportunidad de disfrutar de juegazos como Unicorn Overlord y tal, pero otras veces me pregunto qué hago perdiendo el tiempo de esta manera jugando a algo que muchas veces ni siquiera me gusta20. Que hayan títulos a estas alturas que a uno le hagan explotar la cabeza es complicado, pero es que he llegado a esa situación de darme toda la pereza el solo pensar en encender la consola…
En fin, es difícil querer seguir interesado en todo esto cuando una de tus grandes pasiones se siente un poco más distante. De hecho para este 2025 no me anima gran cosa anunciada, aunque seguramente le dé un tiento a Sonic Rumble y a Persona 5X (este seguramente me va a tocar jugarlo en japonés). También seguiré en piloto automático en otros como el Pokémon TCG y Project Sekai, pero en lo que son títulos de consola/PC, no sabría decir más de dos juegos que me llamen y me apetezcan jugar realmente. Y uno de ellos es el remake de Tokimeki Memorial que seguramente nunca salga de Japón…para que os hagáis una idea de en qué estado estoy en cuanto a intereses que me hagan cierta ilusión.
En fin, que aunque mi relación con los videojuegos esté algo en pausa, siempre tengo la música y el cine para reconectarme con lo que más me gusta. Espero que en 2025 siga descubriendo cosas para compartir por aquí. Gracias por acompañarme este año y espero que sigamos explorando juntos los próximos. Más ahora que somos mucha gente, por cierto.
Disco(s) de la semana
Akko Gorilla - Chimera [Kamikaze Records]
Después de un tiempo bastante largo de espera, concretamente cinco años desde Ningen Gokaku, esta batería rock reconvertida a rapera acaba de sacar un disco conceptual que contiene 18 temas que tienen mucha intensidad caótica en común (sin dejar de lado ciertos temas algo más comerciales) debido a que trata sobre el descontrol de las sensaciones humanas teniendo como telón de fondo un festival musical. Para conseguir esto lo cierto es que lo ha hecho muy bien acompañada, ya que ha contado con gente como Gimgigam, Guruconnect, Zo Shit de Dos Monos y Ryo Konishi de CRCK/LCKS entre otros, por lo que ya más o menos os podéis imaginar de qué va y cómo ha salido la cosa.
Tokyo Syoki Syodo - Pink II [Cherry Virgin Records]
Nuevo EP de este cuarteto que curiosamente está muy influenciado por Ging Nang Boyz, principalmente la época más upbeat de sus inicios. Básicamente punk pop pegadizo con letras sobre dejar atrás relaciones que no funcionaron y contadas de una manera desenfadada. Y sí, otra vez vuelven a utilizar como portada una ilustración de Kyoko Okazaki.
Y no de manera fortuita. De hecho, la canción "Quiero ser como una chica de Kyoko Okazaki" (la del PV de arriba) es un homenaje descarado y juguetón a la estética y actitud de los personajes de la mangaka, con sus dudas existenciales y deseos de transformación idealizada y superficial, todo dentro de la inestabilidad juvenil del grupo. En fin, buen EP de un estas chicas que nos cuentan este tipo de inseguridades a través de la nostalgia punk.
Cephalo - Fluorite Code [Kokoo Records]
Genial debut de este cuarteto indie con toques dream pop que se formó hace poco más de un año y que ya llamó a mucha gente unos meses gracias a un EP llamado Wind Surfing School. Sí, otro grupo de este nicho del que ya sabéis que me gusta, donde es complicado que consigan el éxito, pero siempre es loable que se adentren en la música con este estilo algo minoritario.
Aunque realmente todavía hay una escena afín al sonido de este álbum de debut de este cuarteto, soy bastante nostálgico de grupos concretos como Kinoko Teikoku. Y este álbum la verdad es que me recuerda mucho a la época indie de los de Chiaki Sato y compañía: voz apasionada de la vocalista y un cóctel de canciones que viran desde lo más noise hasta temas mucho más melódicos y serenos que dejan mucho paso a la nostalgia.
Sí, este disco ya lo mencioné en el top 100. Pero ya que tenía en borradores esta pequeña reseña de un número de diciembre que al final no salió, he pensado en dejarlo por aquí. Nunca está de más recomendar este debut de todas maneras.
Noticias
A petición de Ryo Miyauchi, aparecí otro año más en su genial newsletter para aportar mi top 10 de canciones que salieron el año pasado. Echadle un ojo, que hay mucha cosa interesante por ahí.
Han puesto la banda sonora del Daytona USA en los servicios de streaming.
Ya os habréis enterado de que el ex-marido de Chara ha ganado un Globo de Oro ¿no?
No he visto el Kouhaku este año21, pero parece que no ha ido mal la cosa (algo más de 30% de audiencia, siendo el pico la actuación de B´z). Lo que sí que no he parado de ver en redes sociales son momentos de la gala y fan arts de Shiina Ringo y Momo de las Charan Po Rantan, que actuaron juntas en el evento y llamaron mucho la atención.
Sinceramente no sabía que Naoki Urasawa, además de mangaka, era cantante. Ha anunciado un nuevo disco (el primero en 9 años) para finales de febrero.
Este 10 de enero se activa “el modo Animal Crossing” del Project Sekai.
Seiko Oomori vuelve a resucitar a ZOC, su formación idol. Curiosamente ha vuelto a contar en esta ocasión con Kanano Senritsu, que ya se fue del proyecto en su día.
Han puesto en el canal oficial de Cornelius el documental que se emitió originalmente en Fuji TV sobre el 30º aniversario de su carrera solista.
Konami ha anunciado que Shine Post, su proyecto de juego musical rítmico (o eso creo, realmente no se enseñó apenas nada de esto), se va a convertir en título de consola en detrimento de la versión para móviles que iba a salir originalmente.
Hideo Kojima recomendando pelis del 2024 que le han gustado.
El Cierre


Inio Asano le ha hecho una ilustración a Seiko Oomori para promocionar una campaña de ropa. Sí, Seiko va con una camiseta de Ging Nang Boyz. Buena manera de cerrar el círculo de este número.
El día 24 de enero saldrá el siguiente express ¡Nos vemos!
Recordad que la selección musical de los episodios de City Game Pop(cast) sigue en Spotify y Apple Music. Tengo pensado actualizarlo en breves con unas 50 canciones que dejé de lado de mi top 10 de This Side of Japan. Os dejo el “embed” del primero a continuación:
Para cualquier asunto sabed que también estoy por Twitter/X, Bluesky y Threads ¡saludos!
Básicamente el calendario de crear un “express” es: 1. Apuntar los lanzamientos musicales del martes que me interesen y 2. Escucharlos entre martes y jueves mientras escribo sus pertinente reseñas. Ya los demás días es muy raro que dedique tiempo a un lanzamiento reciente de esa semana, a no ser que me haya gustado especialmente.
Canción que en gran parte está inspirada en la hija de Yuko Ando. Y es que este tema originalmente era una composición que Mineta aportó al disco de colaboraciones de la cantante.
Se llevaban 20 años. Kyoko era la mayor.
En 2024 han salido por lo menos un par de covers de Nantetatte Idol por ejemplo.
Eso ya fue después de Liar (1986)
Tema que trata sobre las amenazas de salirse de su imagen de idol (del que está a gusto), por si la pillan saliendo con un novio o incluso decepcionarse si, aún yendo de incógnito, no la reconocen. La verdad es que la canción tiene un toque meta bastante interesante, como si fuese un decálogo de cómo tiene que ser una buena idol.
Letra del autor de la mayoría de temas famosos de la época, Takashi Matsumoto. Siempre me ha parecido curioso como los miembros de Happy End, incluso Haruomi Hosono (que también participa en el disco), se metieron en los 80 a escribir canciones para idols solistas. Bueno, hombres en general realmente.
Se aprovechó todo esto para hacer un mediometraje conceptual del disco que podéis ver en Youtube. Todo esto de irse a Alemania viene porque en Japón (y supongo que en gran parte del mundo) estaba de moda Michael Ende.
Aunque en el disco hay una versión nueva, más recargada, a cargo de Masami Tsuchiya.
Después cambió bastante de registro al producir a gente del visual kei y otros grupos rock como Blankey Jet City.
Tokyo M.a.a.d. Spin en la J-Wave.
La letra va sobre desmitificar un poco su figura, aunque con un punto de ironía.
Pizzicato Five versionó este tema en Bossa Nova 2001.
Aquí es cuando Kyoko toma el mando en la composición de letras. Una decena de composiciones corren por su cuenta. Ah, la canción tiene PV:
Y por contar con el diseño de Mitsuo Shindo en el disco. Sí, el que diseñaba la mayoría de discos de ese estilo.
Aunque este tiene bastantes bases electrónicas.
Dirigido por el director de Moteki por cierto, Hitoshi One.
Aunque solamente hay una escena por capi que se ajusta a este estilo.
Algo que me ha pasado últimamente con muchos juegos desgraciadamente.
Y eso que lo tengo descargado y todo…
¡Vaya planazo me dejas! Hay cosas que suenan muy bien por aquí. Buen finde!!